La niñez es una fuente de emoción desmesurada que, en algunos casos, si no se regula bien, puede perjudicar el equilibrio de nuestros pequeños. Es por ese motivo que ejercicios tan prácticos como el mindfulness pueden ser de gran utilidad para su desarrollo emocional. Especialmente, cuando se adaptan a su naturaleza tratando de armonizar cuanto guardan en su interior.
Aserenar su montaña rusa
Desafortunadamente, es común dejarse llevar por la falsa idea de que los niños, aun cuando su tierna edad supone una montaña rusa de emociones, no tienen por qué gestionar sus sentimientos. Sin embargo, las emociones que afloran en la mente de los más pequeños son sensaciones vivas, a flor de piel, cuya honestidad puede resultar a veces muy compleja cuando debe regularse. Asimismo, sensaciones como el estrés o la frustración no eximen a los niños de su ataque, y menos aún en un mundo en constante cambio, donde la escuela incorpora cada vez más conocimientos varios y, más allá, los adultos han perdido la sencilla belleza de la niñez.
Durante nuestra infancia, la regulación de nuestros sentimientos no sucede como en la adultez. A diferencia de las cualidades restrictivas, evasivas o depurativas que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida para no dejarnos desbordar por las emociones, los niños todavía son una fuente pura de emocionalidad que, en algunos casos, es bueno aprender a controlar mediante prácticas como el mindfulness. Es por ese motivo que cabe destacar 5 ejercicios y actividades de mindfulness para niños a fin de armonizar su flujo sensitivo. Una apuesta por cuanto habita en su interior y contra todos aquellos inputs externos que, como la televisión, pueden mermar su capacidad.
¿Qué es el mindfulness para niños?
A grandes rasgos, el mindfulness consiste en una actividad de meditación que se incardina en nuestra filosofía personal vertebrando un estilo de vida fundamentado en la paz y la serenidad con uno mismo. Básicamente, consiste en un modo de sosegar nuestras emociones para centrarnos en uno de los objetivos que tengamos marcados, al mismo tiempo que evita la negatividad y fomenta la confianza en la capacidad y las aptitudes de uno mismo. Un hecho que, aplicado en niños, resulta de gran utilidad para evitar frustraciones y depresiones tempranas, así como para infundir en su salud mental la idea de que todo es posible si la atención es plena y la voluntad honesta.
Además, el mindfulness para niños conlleva grandes beneficios de los que podrá sacar fruto en su adultez. Por una parte, la mediación estimula el interés de los niños en su entorno, mejorando su curiosidad y sus ansias de descubrimiento hacia el mundo exterior. Por otra parte, la focalización introspectiva sirve también para incrementar la capacidad de atención y concentración de los niños, dado que el mindfulness tiene como premisa esbozar un foco concreto hacia un objetivo específico. Finalmente, y como se ha mencionado, todo ello se concatena para labrar un mayor control sobre la emoción, especialmente los sentimientos negativos a nivel interpersonal e intrapersonal.
Fomentando la empatía
Aplicado en niños, el mindfulness se simplifica a fin de ajustarse a su grado de comprensión del mundo, que no por ser todavía prematuro le resta acierto. Uno de los ejercicios más sencillos de realizar guarda relación con la empatía y, para ello, basta con situarse cara a cara manteniendo la mirada a fin de crear vínculos afectivos y, por ende, construyendo la idea de igualdad entre semejantes.
La respiración como relajante emocional
Aprovechando la relación de un niño con sus muñecos o peluches favoritos, otro ejercicio que ayuda a la relajación emocional y la liberación de estrés es la respiración. A fin de no hacer de este ejercicio una actividad aburrida, es recomendable que el niño se tumbe boca arriba y utilice el muñeco sobre su abdomen para observar y corregir su respiración mediante el movimiento.
Asociación psicológica del color
Echando mano de la psicología del color, asociar las emociones con distintos colores puede ser muy beneficioso para que un niño las identifique mediante un estímulo visual. Con ello, existen cuentos o vídeos relacionados, recomendando aquí El Monstruo de los Colores de Anna Llenas, para trabajar de un modo más ameno y divertido este ejercicio de asociación.
Contra la negatividad: de la distracción al amuleto
Otro ejercicio útil para aminorar la ansiedad o la rabia en niños es utilizando un objeto que sirva de amuleto contra ello. Del mismo modo que los sprais anti-monstruos que muchos padres usan con agua para simular un repelente contra las pesadillas, este ejercicio se puede llevar a cabo mediante un frasco con agua y purpurina. Gracias a su “magia visual”, servirá para distraer al niño de sus emociones negativas al mismo tiempo que transforma dicho objeto en amuleto contra la negatividad.
La respiración de la abeja
Tomada del yoga, este ejercicio consiste nuevamente en trabajar la respiración como un sencillo juego. Basta con que el niño cierre los ojos y tape sus oídos para después imitar el zumbido de una abeja cuando saque aire. De este modo, ayudando a que el niño se relaje y se suma en su íntima introspección, el ejercicio se convierte en pura imaginación.
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